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15.1.11

Hace cientos de lustros cuando existian caballeros y princesas, siervos y doncellas, armaduras y escudos, una preciosa chica buscaba el regalo perfecto para su amado. Tenia que ser el mejor de todos los que le habia hecho porque se acababan de prometer. Pero, por mas que pensaba y pensaba, no daba con el presente adecuado. Hasta que un dia caminaba por el bosquue, encontro un rosal. Era precioso, qué digo precios era...¡majestuoso!nunca había visto unas rosas tan enormes y bellas. Era el regalo perfecto. Sin embargo ,cuando intento cortar alguna de ellas ,se pinchó en un dedo por el que comenzo a sabrar abundantemente, y acto seguido, aquella preciosa muchacha cayó al suelo insconsciente. No sabía que lo que intentaba cortar era una rosa envenedada. Las horas pasaron. Su amado, al ver que no regresaba , decidió salir a buscarla. Cuando la noche se cerraba y la luna brillaba entre las colinas , el joven por fin encontró a la muchacha tirada en el suelo.Enseguida se dio cuenta de la herida que tenía en el dedo. Tambien observó el rosal a su lado , y lo comprendió todo. Era un rosal mágico, se lo había oido contar a su abuela y a su madre, de esos de los que , si te pinchas con una de las espinas de alguna de sus rosas, duermes por el resto de tus días. El joven que había oido hablar de ese tipo de rosales mágicos, tambien había escuchado que existía una forma de despertar a la persona que se pincha con sus espinas. Lo que necesitaba aquella joven para despertarse era sangre limpia. Lo que el joven había escuchado era que, para romper el hechizo del sueño, había que restregar en el dedo herido un pétalo del mismo rosal embadurnado de sangre de la persona querida. Así que el muchacho buscó algo con lo que hacerse una herida dela que conseguir su propia sangre. Sé acerco a su amada y, de una de sus orejas , tomó uno de sus pendientes. Con la punta afilada de su pendiente rasgo la yema de uno de sus dedos por el que , inmediatamente comenzó a sangrar. Se acercó con cuidado hasta el rosal y capturó un pétalo de la rosa más grande. Lo untó con sus sangre y se agachó junto a la chica. En el dedo infectado, el corazón de su mano de recha, restregó el pétalo ensangrentado, rogando para que su amada despertara. Despertó , se casaron fueron felices y comieron perdices. Y desde entonces, cuando alguien se pincha con la espina de una rosa, la herida cicratiza mejor si la curas con un pétalo de la misma flor, rociado con la sangre de la persona amada.

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